El kaleidoscopio es un instrumento compuesto por un tubo que contiene en su interior tres espejos y en un extremo dos láminas de vidrio entre las cuales hay varios objetos de figura irregular. Al observar por el extremo opuesto mientras se va volteando el tubo, miles de imágenes simétricas, infinitas e irrepetibles aparecen fundamentadas en el principio de la reflexión. La multiplicidad de aspectos, intereses, gustos, ideas, cambios, imágenes, formas y figuras que conforman mi vida se funden metafóricamente en un kaleidoscopio. Te invito a ver y a leer una parte de lo que puedes observar a través de mí.

lunes, 17 de diciembre de 2007

Detalle en ciudad paranoide

Como un transeúnte común entre el torbellino humano que entra con extrema desesperación al vagón del metro -como si fuese el último tren de su vida- entre empujones, sudor, gritos y groserías logro entrar. Por casualidad encuentro un asiento vacío y me siento. Escucho música, canto y como es usual en mí, observo los rostros de las personas que me rodean, inventándome en mi fantasiosa mente historias sobre sus vidas.

Así pase el tiempo durante ocho estaciones, hasta que al llegar a la novena y el tren se detiene, el sujeto que se encuentra a mi lado se coloca de pié. Repentinamente parece caerse y se sostiene de mi regazo hasta que logra estabilizarse y salir del vagón. No le doy mayor importancia y continúo inventándome historias de las caras nuevas.

Cerca de la estación destino, tomo mi cartera y levanto mi suéter… encuentro un par de zarcillos sobre mi falda. Lo reconozco, por un momento dudé en tomarlos, pasaron por mi cabeza las miles de cadenas que envían por correo sobre los volantes con burundanga, sobre “el polvito” que te soplan encima sin que te des cuenta, los comentarios de algunos amigos “¿estás loca? los hubieses botado, ¿no has leído las cadenas?”. Me detuve a pensar sobre la paranoia y la desconfianza colectiva que genera en las personas ese tipo de cadenas, de la cual pensé nunca sería víctima -hasta ese día ja-.

Finalmente tomé los zarcillos y los guardé en mi cartera con una sonrisa en mi cara. Realmente no sé si los debí haber tomado o no, pero mientras yo caía en la paranoia obviaba el detalle que había tenido el sujeto que simuló caerse, quien tal vez, como yo, se había imaginado alguna historia sobre mí y pensó que me gustarían los zarcillos que había hecho regalándomelos.

Fue un lindo detalle, de esos con los que te encuentras pocas veces en la vida y que te alegran el día, mientras vives en una ciudad paranoide.

viernes, 7 de diciembre de 2007

Extraño


Mis días de poetiza nocturna que dejé guardados en el baúl de mis tristezas pasadas.
Irrumpir en el tormentoso efluvio de las palabras, que me quitaban el sueño y dejarlas en libertad.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

El intro

Es el génesis de una nueva etapa, que trae consigo palabras+imágenes para compartir.
Bienvenido