El kaleidoscopio es un instrumento compuesto por un tubo que contiene en su interior tres espejos y en un extremo dos láminas de vidrio entre las cuales hay varios objetos de figura irregular. Al observar por el extremo opuesto mientras se va volteando el tubo, miles de imágenes simétricas, infinitas e irrepetibles aparecen fundamentadas en el principio de la reflexión. La multiplicidad de aspectos, intereses, gustos, ideas, cambios, imágenes, formas y figuras que conforman mi vida se funden metafóricamente en un kaleidoscopio. Te invito a ver y a leer una parte de lo que puedes observar a través de mí.

martes, 30 de septiembre de 2008

Pandora rodante


Día a día antes de subir al autobús, me pregunto “¿qué me tocará hoy?”. En cada uno siempre hay personajes: la viejita que grita porque el conductor aceleró antes de tiempo, el borracho que se te sienta al lado con el tufo a alcohol, la señora cargada de bolsas con las uñas de los pies largas y pintadas de rojo, el señor que no para de hablarte y que te busca conversación preguntándote cosas como “¿sabías que hoy es el día oficial de los gorditos?”, el que tiene los audífonos puestos y desentona canciones sobre Jesucristo, los estudiantes cayéndose a latas en el último puesto, la pareja de novios discutiendo, la mamá dando instrucciones a su hijo a través del celular.

Entre esos personajes no podía dejar de mencionar a los vendedores ambulantes, esos que irrumpen de repente y te ves obligado a escuchar. Están los que rapean sin rima alguna, los sensacionalistas que se suben la franela y prueban que tienen un agujero en la panza por donde le brotan los intestinos, los que adoptan cierta entonación especial – y hasta extraña – para vender su producto que está en promoción “sólo por hoy” y piensas molesto “que ladilla, ¿otra vez?”.

Una de estas tardes, como es usual, iba camino a casa en el autobús. Eran las 6:30 pm y sube uno de estos vendedores. Ya habían subido unos cuantos previamente. Como siempre, de una manera u otra, con gusto o disgusto esperábamos su discurso, pero el sujeto en cuestión apenas emitía unos leves sonidos. Era un chico sordomudo y vendía dos Sambas por una con tan sólo unos gestos. No pasaron unos segundos cuando el conductor en señal de rechazo apaga las luces del autobús en medio de la explicación del vendedor . Nos quedamos a oscuras con el sujeto en medio del pasillo, iluminado levemente con las luces de la calle. Con angustia le hacía señas al conductor que lo veía a través del espejo para que encendiera las luces pero este lo ignoraba. El chico nos observaba con una cara de desesperación que poco a poco fue convirtiéndose en una de profunda tristeza, sin más remedio que recoger las Sambas que había entregado en nuestras manos y bajarse del autobús.

Así como esta, hay otras tantas historias que he visto y vivido en esa caja metálica rodante llena de sorpresas alegres, tristes, graciosas o irritantes que siempre te hacen reflexionar unos minutos, aunque las olvides al bajar.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Sol del Sur

Tengo nostalgia de los atardeceres del Sur, esos que te envuelven con aires de tango y milonga. Me enamoré de sus soles, tan diferentes. Esos de los que no me sacio y que espero volver a ver.