El kaleidoscopio es un instrumento compuesto por un tubo que contiene en su interior tres espejos y en un extremo dos láminas de vidrio entre las cuales hay varios objetos de figura irregular. Al observar por el extremo opuesto mientras se va volteando el tubo, miles de imágenes simétricas, infinitas e irrepetibles aparecen fundamentadas en el principio de la reflexión. La multiplicidad de aspectos, intereses, gustos, ideas, cambios, imágenes, formas y figuras que conforman mi vida se funden metafóricamente en un kaleidoscopio. Te invito a ver y a leer una parte de lo que puedes observar a través de mí.

miércoles, 25 de abril de 2012

"Somos un pequeño punto azul en el universo"

Mi amiga P y yo compartimos el mismo interés por las estrellas. Hoy ella inició el curso de astronomía que una vez pensamos hacer juntas, pero el horario coincidía con mi trabajo y con mis clases, así que no me pude unir al plan galáctico. Supuse que le habría gustado, pero me llevé una sorpresa cuando me comentó que contrariamente a emoción, lo que había sentido era miedo, vacío y "vértigo" al darse cuenta de lo pequeños que somos y de lo incomprensible que puede llegar a ser el universo. P no puede ver el cielo igual. No lo puede ver igual por saber ahora un poco más -y al mismo tiempo menos- sobre su funcionamiento. Yo le dije que en mi caso es esa sensación la que genera en mí una atracción hacia los planetarios, lugares llenos de misticismo a los cuales les tengo un respeto casi fetichista por expandir mi conciencia celeste.

Entonces fundo en una analogía la proyección de un planetario y la proyección cinematográfica. Por un lado, el acto físico de ver en una superficie un haz de luz emanado por un artefacto, por otro lado, mirar, percibir y comprender el movimiento, nuestro movimiento, nuestra "realidad" -recalco el entrecomillado- entre otras cosas que me hacen recordar a Deleuze. Pero mi analogía va más allá de la obvia. En este caso, a propósito de lo relatado antes, se trata de la sensación de P, muy parecida a la que sientes cuando comienzas a leer y a estudiar cine. Se desenmascara todo el proceso que conlleva el hecho de hacer un film. Desde ese día dejas de ver al cine como un espectador común y una parte de la magia se rompe ante el conocimiento de todo el aparataje artificioso. Aún así, sigues queriendo ver y hacer cine. Aún así, quieres ver las estrellas una y otra vez.

Somos un pequeño punto azul en el movimiento, en movimiento. Sólo hablo de burbujas que se rompen.